jueves, 6 de agosto de 2009

The WINTER MEN

Guión: Brett Lewis

Dibujo: John Paul Leon

Editorial: Norma

Formato: Libro Cartoné. 168 Páginas

Precio: 16€

Calificación: 4/10

Soy el primero al que, puestos a elegir, le gusta ver un filme que rete a su inteligencia antes que someterme a la tortura que suele resultar de aquellos que te lo dan todo machacadito y a los cinco minutos de proyección ya sabes como va a acabar el percal. Alarmado por la incesante falta de originalidad que campa a sus anchas en el mercado norteamericano del cine, propuestas como Duplicity, The International, Frost/Nixon o State of Play (por citar algunos ejemplos recientes) se cuentan entre las mejores películas que he tenido la oportunidad de ver desde principios de año: en ellas, los diálogos tienen la importancia que merecen, y los guiones no se dejan en manos de cualquier becario, sino que son mimados hasta las últimas consecuencias. Pero claro está, todas esas cintas (que corren peligro de extinción si atendemos a ciertas declaraciones de un ejecutivo "iluminado" de la Universal) se mueven peligrosamente por una fina línea que separa lo inteligente de lo pretencioso e ininteligible. Y en ese segundo grupo, áquel en el que se enmarcan todas aquellas producciones infumables en las que el director parece haber hecho lo contrario (vamos, acabar con la plantación de marihuana de su invernadero), en ese olvidable sector es donde recae The Winter Men....sí......sí, me comunican que esto no es una película, que es un cómic....bueno, ¡qué más da!....me han entendido el símil, ¿no?, pues eso.

Siguiendo durante un poco más con las comparaciones cinematográficas, hay una regla no escrita en el mundillo del séptimo arte que vendría a afirmar que si el estreno de una película se aplaza sin motivos aparentes durante varios meses es que buena no puede ser. Si esto pudiera ser trasladado a The Winter Men entonces podríamos tener una explicación fácil (la serie ha tardado cuatro años en completar sus cinco números más el especial que la concluye) de por qué ha resultado ser la tremenda decepción que ha resultado, una lástima teniendo en cuenta lo atractivo de la premisa de partida sobre la que se asentaba.

La idea de Brett Lewis de situar un cómic de superhéroes en la Madre Rusia en lugar de hacerlo en Estados Unidos no es nueva, ya que títulos como el Red Son de Millar la habían usado antes, y otros como The Programme, después. La originalidad de Winter Men residía a priori en ocuparse de los héroes desde un punto de vista más realista que el citado Elseworlds de Superman, partiendo además desde la nada para presentarnos una situación ficticia en la que la Unión Soviética habría contado entre sus habitantes con varios superhombres (a los que siempre se refieren como los Winter) y un programa oficial para controlarlos en caso de que se volvieran inestables. De este último es de dónde Lewis toma a sus protagonistas, un ecléctico grupo del que destaca Kalenov, el personaje principal, un soldado desencantado con la situación socio-política de su país que ahora trabaja como una suerte de agente para no se sabe muy bien qué agencia federal. Con la pretensión de que la serie sirva como reflejo de la Rusia post-reforma, el guionista potencia unos interminables diálogos que casi nunca llevan a nada a la par que alarga la trama más allá de lo indecible convirtiendo la lectura en un auténtico suplicio con números que se eternizan hasta la extenuación poniendo a prueba de forma constante la capacidad de atención del lector en un tebeo que se escinde en dos mitades de forma muy clara: por una parte está el relato principal (que termina siendo secundario con tanto contenido) y en el que Kalenov, junto a sus ex-compañeros investigan una trama internacional de secuestros, tráfico de órganos y la posibilidad de que un superhombre esté detrás de todo; por la otra está la que cansa, la que marea la perdiz una y otra vez, la que durante muchas páginas no tiene ni idea de hacia dónde se dirige y la que, a la postre, hunde por completo la función.

Llegado el momento ni el crispado y adecuado trazo de John Paul Leon, ni el acertado colorido de Dave Stewart, que se mueve en una paleta de tonos fríos excepto con ciertos personajes y contadas ocasiones en las que apenas en distinguible color alguno (los flashbacks), son capaces de levantar a una lectura farragosa poseedora de un complejo hilo narrativo (casi) imposible de seguir con claridad y que deja con un claro regusto amargo difícil de ignorar.

Sergio Benítez (229)

3 comentarios:

Marione dijo...

Pues es una pena. EL dibujo de Leon siempre me ha parecido una pasada. Y en principìo la idea del tebeo no es mala, pero claro, del dicho al hecho...

¿Y lo de las citas de guionistas con gancho en la portada? "Tebeo mu bonito" Warren Ellis. Tu lo que tienes que hacer es escribir otro Transmetropolitan y callarte ya!!

Saludazos

sebelo2 dijo...

jejeje
Lo de las citas es algo que nunca he entendido, sobre todo en un producto con un público tan específico como el de los cómics, que sabe lo que va a comprar de antemano.
Y sí que es una pena que no haya dado más de sí.
Saludetes,
Sergio

. . dijo...

Ya verás, Mario. En unos meses en la portada rezará "Recomicdado por Marione" ;P

Saludos desde las islas Canarias (que también habrá que hacer patria)!